23 de diciembre de 2013
Especialmente ahora, en vísperas de Navidad, vuelve a mi memoria una experiencia vivida como Juez de Guardia un 24 de diciembre.
Se trata de un entrañable recuerdo tintado de espíritu navideño que hoy comparto con la intención de desear que tú y los tuyos paséis unas felices fiestas y que el nuevo año que ahora llega sea mucho mejor que el que se va.
El mismo día 24 de diciembre, estando de guardia en el Juzgado de Guadix (Granada) tuvo lugar un registro sorpresa en varias casas en las que se vendía droga. Como resultado, hubo varios detenidos que pasaron a disposición judicial. A mi disposición, vaya. Cuando llegaron al Juzgado de Guardia, estábamos celebrando las Fiestas con polvorones y una copita de Anís del Mono.
Tras las declaraciones de rigor, había que acordar el ingreso en prisión preventiva de varios de los detenidos. Uno de ellos, me pidió poder celebrar la Nochebuena con su familia antes de entrar en la cárcel, prometiéndome que no se fugaría. Me dio buena espina, así que dicté auto de prisión contra el detenido, pero no se lo notifiqué. Le comuniqué a la Guardia Civil que quedaba en libertad esa noche y que lo trasladaran al día siguiente. En definitiva, me la jugué dejándolo en libertad para que fuera a su casa a cenar con los suyos.
Me pudo haber costado el puesto, pero al día siguiente, compareció voluntariamente para que lo trasladasen a la prisión. No me arrepiento de haber asumido ese riesgo para conceder algo de felicidad a esa familia en Nochebuena. Siempre he tenido fama de Juez "blando", pero tengo que reconocer que me gusta serlo, y especialmente en días tan señalados.
¡Feliz Navidad a todos los hombres de buena voluntad!
Compártelo