28 de marzo de 2016

Esta Semana Santa nos hemos sobresaltado con varios atentados en los que han muerto cerca de 200 personas entre Bruselas, Yemen y Pakistán. Hasta el momento pensábamos que el califato yihadista estaba en Siria, pero ahora tiene una segunda cabeza en el corazón de Europa, en la capital de la Comunidad, en Bélgica.
Los ciudadanos se sienten indefensos porque personas anónimas deciden inmolarse, cargadas de explosivos, en cualquier lugar del mundo, declarando una guerra religiosa en lugar de lo que verdaderamente es: un ataque terrorista.
¿Cómo podemos luchar ante esta tremenda realidad? Las dificultades son muchas.
1. Ya no hay bandas armadas al uso. Son personas aisladas que se agrupan para acciones puntuales
2.La tipificación de los delitos ha cambiado, ya hay muchas actividades que se consideran delito de terrorismo que antes no existían y los tribunales de cada país las interpretan de diferente manera
3.Cada vez se integran en estas células terroristas, generaciones de simpatizantes que ya han nacido en suelo europeo. Y como la esencia de la Comunidad es consagrar la libertad, pues la libre circulación de ciudadanos es un claro ejemplo, incluso sin pasaporte
Se necesita una legislación antiterrorista unificada en toda la Comunidad Europea, al igual que se luchar por la unificación de políticas económicas. Sólo así podrá hacerse frente con contundencia a esta terrible lacra. Y si se aplica un control judicial adecuado, se evitará el dilema de aumentar la seguridad restringiendo la libertad.
Y lo decía el grupo Jarcha:….”porque hay libertad sin ira, libertad. Y si no la hay sin duda la habrá.

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